– Ansiedad: diagnosticar a alguien de “ansiedad” es como decir que tose, que tiene mucosidad o dolor de cabeza. La ansiedad es un síntoma, una señal que nos indica que la persona se encuentra en una lucha interior, que se siente atrapada en un dilema o que siente miedo. En terapia analizaremos tu caso en particular para encontrar las causas de la ansiedad, le daremos nombre a tus miedos y te orientaremos para que puedas afrontarlos.
– Depresión: Si la ansiedad (que también puede acompañar a la depresión) es el estado emocional de la lucha, la depresión es el estado de la derrota. La falta de ilusión, la desgana, el sentimiento de vacío, la desmotivación… Es el estado del que ha tirado la toalla y se siente indefenso e incapaz de tomar las riendas de su vida. La terapia te hará sentir acompañado en tu pena y te ayudará a convertir el sufrimiento en una experiencia de aprendizaje. También si eres una persona de carácter melancólico, piensas que la tristeza te ha acompañado siempre y crees que no tiene solución, te sorprenderás al darte cuenta de que este estado tiene un porqué. Te ayudaremos a desenterrar esas antiguas causas.
– Ataques de pánico, agorafobia y claustrofobia: La persona agorafóbica siente ansiedad en los espacios abiertos, puede tener problemas para conducir por carreteras anchas y autopistas, viajar en transportes públicos o ir a ciertos lugares sin estar acompañado de alguien de confianza. El claustrofóbico siente pánico al pensar en no poder escapar en un espacio cerrado como un ascensor, un restaurante de menú, un avión, una habitación pequeña, etc. En ambos casos la persona lo pasa tan mal que empieza a evitar estos lugares, deja de hacer actividades que antes realizaba sin problemas y su calidad de vida se ve mermada cada vez más. En terapia te ayudaremos a entender por qué tu cuerpo y tu mente reaccionan de esta manera. Te darás cuenta de que los ataques de pánico, la agorafobia o la claustrofobia son síntomas, solo la punta del iceberg (que es lo que vemos en la superficie, fuera del agua). Durante el proceso terapéutico bucearemos hasta encontrar el problema que se encuentra en la base con el fin de que los cambios sean profundos y perduren en el tiempo.
– Adicciones: La adicción es una conducta compulsiva, una acción que se realiza repetidas veces con el fin de colmar un vacío que nunca se llena. No solo las drogas, el tabaco o el alcohol generan adicción, también se puede ser adicto a las compras, a la comida, al sexo, al juego, etc. La persona adicta suele sufrir mucho con su problema y también los familiares y personas que le rodean. La terapia psicológica (a veces como recurso único, a veces como complemento a otras terapias) te servirá para profundizar en tu caso y encontrar las causas que te han llevado a la adicción. El fin es trabajar en la base del problema y no únicamente centrarse en el síntoma. Nuevamente, la adicción es la “respuesta”, pero ¿cuál es la pregunta?
– Dependencia emocional: Si te encuentras atrapado/a en una relación de pareja que te hace sufrir y no te sientes capaz de romper la relación. Si sientes “síndrome de abstinencia” (ansiedad, taquicardia, incapacidad para concentrarte en otra cosa) cada vez que intentas separarte de él/ella y tienes comportamientos complacientes o sumisos con la otra persona, es probable que estés en un estado de dependencia emocional. El psicólogo en este caso será tu fiel aliado, te ayudará a entender la dinámica de tu relación y será un apoyo importantísimo a la hora de tomar decisiones.
– Trastornos de personalidad (narcisista, histriónico, límite, paranoide, obsesivo): Si notas que hay algo en tu forma de ser que no funciona, que siempre has tenido cierto tipo de problemas con los demás, eres excesivamente sensible, necesitas ser el centro de atención, vives en extremos, no tienes claro quién eres y a dónde vas, desconfías de la gente en exceso, tienes muchas manías, eres esclavo del orden, de la limpieza, etc. El psicólogo te ayudará a entender todos los entresijos de tu personalidad y te orientará para mejorar tu calidad de vida, estar mejor contigo mismo y con los demás.
– Problemas sexuales (eyaculación precoz, disfunción eréctil, eyaculación retardada, vaginismo, disfunciones del deseo, anorgasmia, etc.): Tanto si estas en pareja como si no, un psicólogo especialista en terapia sexual y de pareja es la mejor opción si consideramos que tenemos un problema sexual. En terapeuta te ayudará a definir el problema, si es que existe y te ofrecerá el tratamiento más adecuado para cada caso.
– Problemas de pareja (con la pareja o sin la pareja): infidelidad, separaciones, celos, problemas de convivencia, problemas relacionados con procesos de adopción, etc. El mundo de la pareja es tan complejo que muchas veces se hace necesario a intervención de un tercero para que medie y desde su postura objetiva ayude a comprender las dinámicas de relación en las que estamos inundados. La terapia de pareja no va encaminada a juntar a las personas o a separarlas, sino a que aprendan de sí mismas, aprendan a comunicarse y se vuelvan más conscientes de su forma de actuar, la última decisión siempre la toma el paciente.
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